Cuando uno nace dentro de un país donde la crisis es eterna e imperecedera, como el amanecer, como la calata en primera plana del puesto de periódicos, como la mentada de madre del cobrador de combi; siempre presente ya sea disfrazada de momento de austeridad por el alza del petróleo o en pleno carnaval con el carromato de saltimbanqui que es nuestra clase política; crees que tras el horizonte existe un mundo perfecto, o algo más o menos parecido a eso.
Acá detrás de charco las buenas y malas sorpresas ocurren casi con la misma frecuencia.
Tras mi arribo por estos lares me impresionó transitar a media noche tranquilo por callejuelas poco iluminadas, imaginé que no existían delincuentes o vagos en la cuidad, cuando la verdad es que abundan, pero el estado financia su ociosidad y cubre sus necesidades básicas, así que, si no se dan la molestia de trabajar, tampoco se molestan en sustraer un bolso o atracar a un transeúnte por no arriesgar el modestamente decoroso sustento municipal.
Conclusión: la gente de por aquí en su mayoría no es mas inteligente, ni mas educada, ni mas sensible ni más nada (quizá si mas bonita); solo que está menos maltratada... y menos misia.
Ayer tuve turno en urgencia con un adjunto a quien note cierto cambio de actitud al revelarle mi origen sudamericano, ya algunos pistos de su ralea traslucían en sus modos patanezcos y su abordaje triunfal, casi como de rescate, cuando malcriadamente irrumpió en el momento en que entrevistaba un paciente para preguntarle lo mismo y esgrimir torpemente su autoridad, yo en respeto a su impostura y a los 40 kilos que me excede en peso es que no lo largue a patadas.
Durante 8 largas, larguísimas horas tuve que soportar su absoluta incapacidad de escuchar una sugerencia (prefería largamente perjudicar a un paciente a que un vulgar sudaca pusiera en evidencia algún error, desliz u omisión, pero dejemoslo en error), y con una cacatua vieja a su diestra siempre dispuesta a hacer eco a sus indicaciones y observaciones agudas como tapas de mermelada (creo que era una enfermera).
Lo vi zarandear el cuello de un paciente con traumatismo de transito, lo vi obviar una amilasa en una pancreatitis cantada, lo vi confundir un trazo de evidente superposición con una fractura cervical.
Ya hoy lo vi cabalgando a un paciente en una reanimación cardiopulmonar, que sin entrar en minucias técnicas, nada más les voy a contar que lo hacía mal, pero siempre con esa actitud heroica del matón de barrio, de goleador del mundialito del porvenir, con esa vulgaridad tan típica de las autoestimas flojas sustentadas en tiempo se servicio, en maltrato a subalternos, en lo que sea menos capacidad profesional.
Esto podemos verlo a menudo en los hospitales del Perú, ya sea por el enquistamiento de profesionales caducos, por el conflicto de intereses que prostituye el sistema laboral o lo asocia a intereses politicos (los hospitales del seguro de Trujillo están plagados de Apristas), por los magros salarios que obligan a trabajar en 3 o 4 lugares, a las atenciones en masa que imprime un sistema basado en la "productividad" como índice de salud (en los hospitales de solidaridad jamas vas a atender al paciente 45ª con el mismo entusiasmo que al primero o al segundo); pero no creamos que es parte de nuestro patrimonio.
No quiero por esto sugerir que el carácter del esperpento en mención es la tendencia médica en este país europeo (me he topado con colegas eficientes y generosos con sus conocimientos, absolutamente dispuestos a procurarte lo que esté en sus manos para faciliar tu desarrollo profesional), pero quiero desmitificar, romper moldes y patrones que nos predisponen a creernos perdedores.
En mi patria, con una pendiente tan pronunciada por una estructura social tan absolutamente elitista se hace muy tortuoso el trayecto y plagado de frustraciones, pero es finalmente transitable y el final feliz no es imposible.
El asno no tiene nacionalidad, ni raza, ni credo; pero es muchas veces resultado del maltrato sistemático del entorno e hijo ilegítimo de las circunstancias.
Quiero creer que el asno al que tuve que soportar esa larga mañana es así porque fue violado en la niñez.
el asno es internacional, hermano, Aca de vez en cuando me topo con uno en ED. Lo bueno de NY es que no joden porque eres sudamericano, pues aca en America (bueno norteamerica para mi) todos , todititititititos fueron inmigrnates en algun momento.
ResponderEliminarSin intenciones de justificar al HDP que te toco de jefe de guardia, la moraleja del asunto es que todos podemos actuar como asnos alguna vez, agobiados por las condiciones de trabajo, conflictos ocn los colegas, o simplemente un mal dia. Te contare que hasta ahora estos buenos para nada ("trabajadores" administrativos y apra-carnetizados del hospital) no me han pagado mi sueldo de Junio, por lo que ando misio y de mal humor, mala combinacion que podria ir en perjuicio de los pacientes si yo no tomara cada cinco minutos un respiro y dijera pucha que cagada, pero esta señora no tiene la culpa.
ResponderEliminarUn abrazo cabeza de japi, y te estoy linkeando, (www.tiocayetano.blogspot.com) para q veas que soy cuate.
Excelente post, como siempre.
P.R.
de todo hay "in questa vita maledetta"; y es que así como la medicina es la misma en todo el mundo, los complejos de superioridad (de sentirse la gran eminencia)y las patologías psiquiátricas(ya te contará Poggy)en el gremio médico tienden a ser universales.
ResponderEliminarEl asno siempre sera universal, en cualquier carrera o momento de nuestras vidas. Solo hagamos que ese asno no nos haga perder la compostura y no perdamos esa dedicacion y ganas de hacer las cosas bien. En nuestra profesion, un error lo paga el paciente, y me imagino que en esa manana que tuviste que soportar se puso a prueba tu paciencia y sacaste lo mejor de ti.
ResponderEliminarMuy buen blog hermano, no esperaba menos.
Tu publicación me dio la respuesta a lo que me venia preguntando hace varios dias... y escribi en mi blog.
ResponderEliminarSaludos Yul, en este mundo poblado de Unicornios, Caballos de Paso y Asnos amarrados a algun poste de alumbrado público (o estacionamiento).