jueves, 28 de julio de 2011

Homeópata 3

Luego de esto recibí la siguiente respuesta, muy temperada, por cierto.
Kefet dijo...
Hola, Yul. Seguimos pues. Puesto que parece que vamos a compartir algo más que dos palabras, permíteme trazar brevemente el contexto: para mí, el SIDA no es una enfermedad, es un frente más en la guerra global contra el Poder. Ese fue el motivo por el que me impliqué en esto hace años. Desde esta perspectiva, la gente que repite las consignas de la versión oficial del SIDA no se diferencia de la gente que justifica la invasión de Afganistán, los bombardeos en Iraq, un golpe de estado contra Chavez, la intervención armada en Libia o el muro en Palestina, por ponerte unos cuantos ejemplos que se me vienen a la cabeza. Si estás en contra de estas cosas, entonces el Montaje SIDA es una más que hay que añadir a la lucha. Si te las crees, la cosa es más difícil porque tendrías que partir de cero. Por tus respuestas, me pareces una persona razonable e inquieta –aunque eso sí: un pelín agresiva- así que tienes todas las papeletas para acabar en una posición parecida a la mía. Dependerá del tiempo y la energía que le dediques. Por otra parte, debes tener en cuenta que el artículo que estamos discutiendo es uno entre cientos que he escrito y que trata meramente un aspecto muy puntual –la demencial propuesta del diagnóstico universal. Ni mi objetivo era hacer un planteamiento global de mi crítica al Montaje SIDA, ni sería viable hacerlo en tan poco espacio. Necesitaría al menos un libro de 500 páginas para contar lo esencial que he aprendido en estos años. No obstante, si quieres un texto más general que sintetice mi visión del asunto, puedes verlo aquí: http://www.kaosenlared.net/noticia/desafio-gobiernos-antiimperialistas-ante-montaje-vihsida. Y si quieres un planteamiento más extenso puedes leer las 120 páginas que dediqué al tema en mi libro El rapto de Higea (Barcelona, Virus Editorial, 2009), que puedes descargarte gratuitamente aquí: http://www.viruseditorial.net/pdf/rapto%20de%20Higea.pdf. Como no era apropiado recargar un breve artículo con referencias técnicas, mencioné las mínimas posibles para que se viera que mis afirmaciones se hacen sobre una base. Algunas tienen diez años porque los defensores de la versión oficial llevan diez años sin contestarlas. En el libro podrás ver el contexto pormenorizado desde el que planteo mi crítica a los mecanismos de poder en el terreno de la salud y la enfermedad y también una amplia bibliografía para ampliar numerosos aspectos políticos, sociales, filosóficos, económicos y científicos. Tu referencia a la homeopatía no deja de ser significativa. Verás, mucha gente identifica a los homeópatas con una visión crítica de la salud y la medicina. Pero no es así en absoluto: hay decenas de homeópatas que se creen a pies juntillas la versión oficial del SIDA (y de otras supuestas enfermedades). Y personalmente conozco a un buen puñado de médicos alópatas que no se la creen. La clave no está en ser alópata, homeópata o naturópata, sino en la capacidad crítica, en un planteamiento global de lucha contra el Poder y en ser capaz de situar mecanismos que operan en el terreno de la salud en el marco global de los mecanismos de Poder, de la misma forma que se sitúan otros mecanismos pertenecientes al terreno de la economía, por ejemplo. Otra cosa que debo aclararte es que yo no soy científico ni médico. Cuando hablo de investigar, no me refiero a hacer investigación científica, sino a investigar críticamente para aprender. Claro que yo no he investigado los antirretrovirales, lo han hecho quienes pueden hacerlo: médicos, biofísicos, inmunólogos, virólogos... Ya sé que los productos empleados en el marco del SIDA son distintos –pero a los propósitos del breve texto que comentamos, bastaba destacar lo que tienen en común, que son dos cosas muy básicas perfectamente documentadas ambas: (a) no sirven para lo que oficialmente se afirma que sirven, y (b) matan. Siguiendo tu fórmula de riesgo/beneficio, diríamos que cero beneficios, riesgo total. Existen efectivamente criterios definidos sobre la “enfermedad” llamada SIDA. Otra cosa es que estén justificados racional y científicamente. En esto, el debate es simple: dime cual es la justificación y lo discutimos. Explícame cual es la base científica, biológica o meramente lógica de los llamados “recuentos de defensas” o de la llamada “medición de carga viral”. Y no, no creo que los pacientes estén agrupados al azar: quienes han montado esto pueden ser criminales, pero no idiotas! Cuando dije “amplia y minuciosamente documentado” no me refería a las pocas referencias que doy en este artículo, sino a las que existen, que son abrumadoras. La pregunta aquí sería: ¿qué has leído tú al respecto? Porque si no te has leído unos cientos de artículos de los defensores de la versión oficial y otros cientos de artículos de los que refutan a los primeros (que para nada son “extremadamente ficiles de encontrar” puesto que están disponibles en la red en su mayoría), entonces quiere decir que hablas de oídas, lo cual no te da mucha legitimidad para ir acusando de ignorancia a quienes venimos haciendo un duro trabajo con el único objetivo de ayudar a la gente. Yo no veo ninguna incongruencia –sino más bien al contrario- en plantear que el SIDA es un montaje y no una enfermedad, y al mismo tiempo criticar los productos que están administrando quienes dicen que lo es. Una precisión sobre los ensayos clínicos: yo no he dicho que sea “indispensable en todo estudio farmacológico la comparación con placebo”. Es cierto que no se puede generalizar y conozco bien el amplio debate que esta cuestión ha generado entre los investigadores (para una visión sintética te recomiendo este texto de Joan-Ramón Laporte: http://www.icf.uab.es/llibre/pdf/cap-3.pdf. Echa un vistazo especialmente al apartado “Aspectos éticos” donde se menciona la cuestión del placebo). Lo que digo es que en el caso del SIDA se ha partido siempre de un producto básico: el AZT, de modo que cada nuevo producto es probado comparándolo con él, dando por sentado que produce más beneficios que perjuicios. Pero eso es falso, porque todo el proceso de ensayo y aprobación del AZT fue absolutamente fraudulento. Luego todas las consideraciones que habitualmente se utilizan como justificación para no hacer ensayos con placebo (y que se explican en el texto que te he citado) no son aplicables al SIDA. Te hago notar que tu “argumento”: “por respeto a mi mismo no me dignaré a responder a esa barbaridad” podría servir para bloquear cualquier debate. Yo por ejemplo podría utilizarlo al referirme al incontable sufrimiento y muerte que está provocando la clase médica al pisotear todos sus códigos éticos prescribiendo tests-chapuza y tóxicos inmunodepresores a personas que confían ciegamente en ella. Sin embargo, creo que mi deber no es hacer aspavientos y lamentarme, sino exponer los argumentos, desmontar las mentiras y luchar para que la información llegue a la gente. De modo que si no estás de acuerdo con mis planteamientos, te pediría que aportes tus argumentos y los discutimos. Yo no he hablado de “ineficacia de un sistema de salud”; lo que he dicho es que en esos países mucha gente enferma y muere no por falta de un sistema sanitario, sino por haber adoptado determinados elementos de los sistemas sanitarios del occidente moderno, elementos que vienen creando en los últimos 80 años un problema global de salud de dimensiones planetarias uno de cuyos síntomas visibles es precisamente la base biológica real del Montaje SIDA, es decir, una serie de problemas de salud que se han hecho pasar como enfermedades causadas por un supuesto virus pero que en realidad se deben al envenenamiento acumulado en 80 años de una estrategia destructiva a la hora de enfocar la salud y la enfermedad. En mi libro (citado) dedico bastantes páginas a explicar esto y documentarlo. Hay algo que me haría desistir de lo que tu llamas “cruzada” y yo denomino “lucha contra el Poder” y es muy simple: argumentos. Eso fue lo que llevó a la posición que mantengo y lo que podría hacerme cambiar. El problema es que en estos 16 años no he visto nunca argumentos sino descalificaciones e insultos (que dicho sea de paso refuerzan lógicamente mi posición al dejar en evidencia la falta de argumentación del otro lado). Por último, no voy a responder a tus valoraciones sobre mi calidad humana y demás. Pertenecen al ámbito de la opinión subjetiva y tan sólo espero que las reconsideres cuando conozcas mejor todo este problema, si decides emprender ese camino. Estoy de acuerdo en que la gente como yo “hace mucho daño”, efectivamente, hacemos daño a quienes se benefician de esta clase de montajes infames, aunque desgraciadamente no todo el daño que haría falta para impedir sus crímenes. Por mi parte, y con todas mis limitaciones, me siento satisfecho de haber contribuido a abrir los ojos a cierta cantidad de gente, haber devuelto la tranquilidad a unas cuantas personas, e incluso haber salvado alguna que otra vida sacándola del engranaje destructivo en el que estaban. Salud.  
Y claro, sus monos amaestrados salieron al fernte a comentar. Sus ayayeros no me merecen el menor comentario, si, por el contrario, el dueño del circo, a quien le contesté:


Haces, nuevamente, un rosario de atropellos (y otros no tanto) acontecidos en el mundo en estos últimos tiempos de los cuales manejo información limitada que no me califica para emitir juicios al respecto.

Me presentas, además, bloques de información escrita por ti pretendiendo que ésta responda alegatos en retrospectiva y no el compendio que dices mostrar en este artículo.

Yo comenté en tu página por indignación, y no tengo el menor interés en leer ni tus libros ni los artículos que, en una breve búsqueda por la red, son pocos si los comparamos a las miles de publicaciones que tu subvaloras, y entre las que podría recomendarte a las publicaciones de la revista cubana de medicina, si en algo ayuda a amainar tu paranoia. Sabes que al gobierno cubano le encantaría romper al andamiaje de una mentira a gran escala salida de EEUU.

Tampoco considero oportuno entrar a comentar aspectos políticos, filosóficos o económicos, porque no vienen al caso, dada su inherente subjetividad y la controvertible fidelidad de las fuentes; y que considero, además, que con ello intentas desviar el curso de esta discusión.

El asunto es la arbitraria afirmación respecto al SIDA, como un conjunto disconexo de enfermedades, la arbitrariedad de su diagnóstico y lo innecesario de su tratamiento.

La base científica de los recuentos de defensas radica en el comportamiento fisiopatológico viral, con un trofismo preferente hacia determinadas estirpes celulares de nuestro sistema de defensa, cuyos valores cuantitativos se asocian directamente al cuadro clínico del paciente, esperando determinadas enfermedades oportunistas según como progrese el descenso en los niveles de CD4 en el sistema. La carga viral es una medición, por reacción de cadena de polimerasa del ARN viral, la cual amplifica una secuencia cromosómica característica para que sea susceptible de ser medida. Por cierto, en la prestigiosa revista Nature que citas en algún momento, encontrarás que ya se descifró el mapa genético completo del virus. Todo esto tiene un correlato bioquímico y molecular que cuando puedas lo podemos discutir.

No necesitas aclarar que no eres científico ni médico, porque la calidad de tus fuentes habla por sí sola, pero como tú mismo lo has dicho, quienes deben abocarse a estos temás son justamente biólogos, inmunólogos, virólogos, etc. No tú, que una vez más y sin escrúpulos ni contrición, concluyes el fracaso terapéutico sentenciando “perfectamente documentado”, si llamas a la retahíla de panfletos huérfanos esparcidos por la red, una información de calidad. Un estudio de investigación se valora objetivamente en base al modelo de investigación utilizado, el cual debe adoptar con rigor una metodología determinada, que es lo que define la validez de un estudio científico. Si no sabes eso, no puedes valorar tu propia información, muchos menos la mía.

Si has conversado con algún paciente en tu “experiencia”, te deben haber relatado en los últimos 10 años de su arbitraria rotulación como infectado y desde el inicio del innecesario tratamiento, la incomodidad de la lipodistrofia, frecuentes reacciones de hipersensibilidad, problemas hepáticos, alteraciones hematológicas, uno que otro episodio de pancreatitis, o el empeoramiento transitorio de su enfermedad tras el inicio del tratamiento (síndrome de reconstitución inmune). Si te basas en esa población de pacientes, con facilidad tendrás un sustento largamente favorable para tus afirmaciones, porque del grupo seropostivo no medicado, ya a esas alturas no quedará ninguno.

Colocas una referencia y me sugieres que revise los aspectos éticos mencionados en la misma, pues bien, yo lo hice, ahora te sugiero, si acaso pretendes solidez un tu argumentación, cites la fuente primaria, y no revisiones monográficas como lo haría un muchacho que descarga de la red la tarea para el día siguiente.



Quieres hablar de porqué se muere la gente y del modelo sanitario occidental?  Hace ya varios años, luego de un terremoto, en un pueblo donde estuve como voluntario, conocí a un niño que siempre se acercaba a nuestro campamento, vivía con una abuela, porque su padre estaba en prisión y su madre había muerto un año antes de SIDA, tanto el padre del niño como el pequeño eran portadores. Pocos años después, me enteré que no hubo recursos para el tratamiento del pequeño, quien falleció consumido con esta enfermedad infame. Años después conocí también un soldado quien adquirió el virus tras ser ultrajado por su superior al mando. Recuerdo a su madre espantándole las moscas y a él mismo casi demenciado, sin fuerza siquiera para llegar a una posta de salud ubicada a dos calles de su casa, que era una casucha miserable de color celeste, que a duras penas contaba con algún antibiótico y analgésicos, y con el logotipo del ministerio de salud sobre el portón. No es que fuesen gente obstinada en la medicina occidental, más aún, eran absolutamente ajenos a todo aquello que excedía sus necesidades primarias, muchas de ellas insatisfechas. Por otra parte, el grupo favorecido con un sistema que provee de la medicación adecuada que tú llamas tóxicos tiene una calidad de vida infinitamente superior y, en otros casos, por lo menos una muerte más digna. De este grupo recuerdo a una mujer inmigrante, quien tenía su enfermedad no muy bien controlada, pero quería que su hijo termine de estudiar, sin duda es lo que la empuja a seguir viviendo. Su hijo, al otro lado del Atlántico ignora lo que padece su madre.

Crees que frente a esto tengo la más mínima intención de debatir? Crees que el talante digno de tus modos y la hidalguía con la que dices soportas mis ataques me pueden conmover frente a tus disparates envenenados?

No pretendo ser un caballero de bastón y chistera, y si pongo en duda mi prudencia y mi decoro me importa muy poco porque hay cosas más importantes que la reputación. Hablas del sufrimiento de mucha gente que ni siquiera has visto cuando realmente no te conduelen más que tu apego a esa tu causa perdida. Dices que solo puedes responder frente a argumentos, cuando sabes que no es así. El sustento existe y en cantidades enormes, pero te empecinarás en restarle credibilidad cuando en gran medida ni siquiera lo entiendes.



No se puede abrir un debate donde no lo hay, puede haber discrepancia respecto a cuál es el mejor tratamiento, pero jamás si es que es necesario recibirlo. Sabes que es un crimen? Que la gente se muera de pobre, no de enferma, que no puedan acceder a una medicación básica, que un trasplante cueste más que los ingresos de 5 años de trabajo, que los emporios farmacéuticos no se quieran despegar de sus patentes y que a causa de ellos millones de personas no puedan tratarse.

Hablas de los insultos como heridas de guerra que, empuñando el estandarte de la razón y la ecuanimidad, soportas con gallardía. Las iras que despiertas y los insultos que recibes no vienen de las grandes corporaciones que ni siquiera saben que existes, vienen de los que nos enfrentamos de pie a la catástrofe, exponiéndonos a nosotros y a nuestras familias al contagio, los que vemos a la gente estragada por un mal que te flagela por muchos flancos; vienen de los enfermos que arden de furia cuando un desinformado miserable les dice que no están enfermos, que si se les pasa el estrés, entonces se curarán; el estrés debe ser entonces hereditario, pensaría alguna madre subsahariana que ve a su hijo infectado intraútero morir en sus brazos.

Si es cierto que tienes alguna buena intención sepultada debajo de tanta bosta esparcida, encamínala, entonces, a otro frente que si conozcas, pero hazlo como hombre, como ese activista al que ensalzas, y no atrincherado en tu escritorio. Sé que tendrás respuesta para esto, siempre la tienes, ya que nunca necesitas justificarla, responde lo que quieras, que yo si tengo un compromiso con la vida real y el tiempo no abunda para andar luchando con molinos de viento.



Yul



 


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