miércoles, 30 de junio de 2010

Son las 9 y 22 de la tarde...

...y acá en Santander, el tiempo discurre lento caliente y cargado de humedad.
De la tarde? Si, acá los días son increíblemente largos, y las soledad los hace a veces interminables. El 24 se celebró el "Día de San Juan", que en el hemisferio norte coincide con el Solsticio de verano, y es de día más largo del año. La gente se reune en sitios y hacen fogatas emulando a las celebraciones de antaño donde se bailaba alrededor de una hoguera y se pedía fertilidad a la tierra, se espantaban demonios para garantizar el renacer del sol cada mañana aprovechando que el reino de las tinieblas tenían un dominio más corto. Yo me la pase recostado en un sofá cedido generosamente por unos amigos pensando por que carajo no terminaba de anochecer y sabiéndome condenado a otra noche de 4 horas de sueño.
En esos primeros días en Santander conocí la lluvia mas jodida que hasta ahora conozco, y no por lo torrencial, sino por que cuanto menos unas 10 veces en ese día de peregrinación por ayuntamientos, extranjerías y demás ministerios, la lluvia fría y sutil se intercalaba con un sol burlón que mostraba su dorado culo sobre mi perdida cabeza buscadora de fotocopiadoras.
Ya el clima español me había mostrado días antes ese humor negro, cuando saliendo del metro y luego de empaparme como un babero entontré a un gentil marroquí vendiendo de manera ambulante paraguas chinos por 3 euros. No terminé de pagar mi flamante paraguas cuando súbitamente cesó de llover... resultado: ya no confío en los marroquíes.
Con hambre y sin cena preparada por el momento les digo hasta pronto

Suyo: Yul